Perfil
pedagógico: una cara del docente con varias aristas
Pedagogical profile: a face of the teacher with several edges
Perfil pedagógico: um rosto do professor com arestas diversas
Gia Yerut Vilchez Malca https://orcid.org/0000-0002-1619-7798 Universidad Peruana Unión, Perú |
Elmer Jared Reque Campos https://orcid.org/0000-0001-6446-6270 Universidad Peruana Unión, Perú |
María Nicole Dávila Vicencio https://orcid.org/0000-0002-0040-7105 Universidad Peruana Unión, Perú |
Hilser Juan Castillo Paredes https://orcid.org/0000-0002-7231-774X Universidad Nacional Daniel
Alcides Carrión |
Jesús Marino Gomez Miguel https://orcid.org/0000-0003-0706-072X Universidad Nacional
Daniel Alcides Carrión |
Moisés Agustín Cristóbal jomoelca@gmail.com https://orcid.org/0000-0003-3828-5665 Universidad
Nacional Daniel Alcides Carrión |
Recibido:
03 de enero de 2021
Aceptado:
06 de junio de 2021
Resumen
Para
propios y extraños de la educación, es de mucho interés el abordaje del perfil
pedagógico del docente, entendiendo que este perfil equivale solamente a una
cara del docente, cuyas aristas son varias y complejas. El objetivo de este
artículo es determinar las dimensiones y sus respectivos componentes del perfil
pedagógico del docente, abordando de este perfil sus concepciones conceptuales
y las respectivas dimensiones. A final de estas consultas teóricas, se concluye
que las dimensiones más saltantes del perfil pedagógicos del docente son: la
capacidad de planificación y organización del plan de clase, la capacidad de
planificación didáctico-metodológica, la capacidad de evaluación, cuyas
dimensiones también incluyen sus respectivos componentes.
Palabras clave:
perfil pedagógico, docente, planificación, organización, metodología,
evaluación.
Abstract
For both locals and foreigners of
education, the approach to the pedagogical profile of the teacher is of great
interest, understanding that this profile is only equivalent to one face of the
teacher, whose edges are various and complex. The objective of this article is
to determine the dimensions and their respective components of the pedagogical
profile of the teacher, addressing from this profile their conceptual
conceptions and the respective dimensions. At the end of these theoretical
consultations, it is concluded that the most salient dimensions of the
pedagogical profile of the teacher are: the capacity
for planning and organization of the class plan, the capacity for
didactic-methodological planning, the capacity for evaluation, whose dimensions
also include their respective components.
Keywords:
pedagogical profile, teacher, planning, organization, methodology, evaluation.
Resumo
Tanto para os locais como para os
estrangeiros da educação, a abordagem ao perfil pedagógico do professor é de
grande interesse, entendendo que este perfil equivale apenas a uma face do
professor, cujas arestas são diversas e complexas. O objetivo deste artigo é
determinar as dimensões e seus respectivos componentes do perfil pedagógico do
professor, abordando a partir desse perfil suas concepções conceituais e as
respectivas dimensões. Ao final dessas consultas teóricas, conclui-se que as
dimensões mais salientes do perfil pedagógico do professor são: a capacidade de
planejamento e organização do plano de aula, a capacidade de planejamento
didático-metodológico, a capacidade de avaliação, cuja as
dimensões também incluem seus respectivos componentes.
Palavras-chave: perfil pedagógico, professor, planejamento, organização, metodologia,
avaliação.
Introducción
Abordar la educación implica
ingresar en un ámbito totalmente complejo, mucho más cuando se habla de los
sujetos y protagonistas de la misma, quienes son totalmente complejos en su
actuación. La calidad del docente es percibida directamente por los estudiantes,
quienes observan en detalle las respectivas características, las cuales les
facultan la determinación de una calificación en los términos de un docente
regular, bueno, docente, excelente; los
diversos, escasos, múltiples y vastos conocimientos sobre la pedagogía son
trasversales; en este contexto, el docente transfiere conocimiento, también
crea y otorga muchas posibilidades para que el estudiantes realice su propia
construcción (Orellana, Merellano y Almonacid, 2018). No solamente se
busca la calidad del docente, también se habla mucho de la misma, ¿qué hacer
para lograrla? En este sentido, se requiere ejercer mucho cuidado y pericia
sobre la formación inicial de los docentes, cuya formación es sustantiva y
determinante, para lo cual se requiere, en los sistemas educativos, trabajar
mejorando sus competencias, sus destrezas, sus motivaciones profesionales y no
profesionales, cuya situación no solamente se hace compleja sino también
exigente (Muñoz, Rodríguez y Luque, 2019). En el
escenario complejo de la educación, el docente es un protagonista inevitable,
oficial, formal, regulador, objetivo y visible. Todo docente posee requisitos
para ejercer su profesión (Chasi, 2020); por ejemplo,
el perfil pedagógico o didáctico (Quijije, 2021; González, Palomares, López y Gento, 2019), el cual le habilita
y le da las competencias para la planificación y organización del plan de
clase, la planificación y diseño del plan de clase, el planteamiento de
objetivos, la selección de contenidos, la planificación didáctico-metodológica,
la respectiva organización de los contenidos, el uso eficiente de metodologías,
la mejorada capacidad de relación teoría-práctica, la entrega de explicaciones
comprensibles, ejemplos y demostraciones, la aplicación del conocimiento en
situaciones reales, el uso correcto y efectivo de la TIC (Fernández y Rodríguez, 2017; Borgobello, Madolesi, Espinosa y Sartori, 2019); inclusive las
competencia de evaluación docente y estudiantil. En el sentido de la
evaluación, el docente debe poseer capacidades de autoevaluación, coevaluación,
hetero evaluación, evaluación diagnóstica, evaluación formativa y evaluación
sumativa (Acosta y Acosta, 2016).
En el escenario educativo, muchas
veces se conjugan algunos conceptos en forma imprescindible; por ejemplo,
práctica, teoría, docentes, procesos de aprendizaje, perfil profesional, entre
otros. En realidad, la presencia de estos elementos conceptuales construye un
universo complejo, el cual incide definitivamente sobre los aprendizajes de los
estudiantes. El perfil del docente tiene sus repercusiones sobre la gestión, la
administración y el compromiso con las acciones metodológicas y técnicas,
orientadas hacia el cultivo de la creatividad y la participación de los
estudiantes (Chasi, 2020).
Un buen docente es responsable,
paciente, entusiasta para desarrollar su trabajo docente y pedagógico. Su
interés y motivación persiguen la ampliación de su formación, cuyas
perspectivas llegan hasta sus discípulos, a quienes las entrega, las comparte
con ellos, quienes así despiertan sus propias motivaciones y sus conexiones con
la realidad que les circunda y con la visión de un futuro mejor y cercano.
En esta perspectiva, se aborda el
perfil pedagógico del docente, con el objetivo de determinar las dimensiones
del mismo, en un espacio educativo caracterizado por su complejidad,
descuidado, marginado; incluso en el cual se ha perdido las motivaciones
profesionales, educativas, éticas, políticas, económicas, sociales y
culturales.
Perfil pedagógico del
docente
Pedagogía,
perfil y docente: aproximaciones conceptuales
Para Petrus (1997, citado por Vives, 2016), la pedagogía
es ciencia, gracias a la cual se construye el ámbito teórico de la educación y
su respectiva disciplina. Por su parte, Vives (2016) afirma que “la
pedagogía es la ciencia que estudia todos los procesos que implican la
enseñanza como el aprendizaje de los sujetos en sus particularidades y
contextos diferenciales” (p. 41). Definitivamente en estos conceptos quedan
subrayados los conceptos sustantivos: ciencia, proceso enseñanza aprendizaje.
La pedagogía revela las
competencias del docente, “para desarrollar el proceso de enseñanza-aprendizaje
tanto individual como grupal”, cuyas acciones se desarrollan en un ambiente de
autonomía y crítica, con el uso de la tecnología y las metodologías requeridas (Espín y Alpízar, 2020).
Para Chasi (2020), el perfil “es
una condición necesaria”, cuya condición posibilita al docente ejercer la
orientación de los estudiantes, mediante conocimientos y actividades, en el
universo del campo educativo. El perfil del docente se dirige hacia el
desarrollo de las acciones de la docencia, generando motivación, búsqueda de
metodologías, la creatividad, la innovación, la toma de conciencia, la
participación, la búsqueda de soluciones, la búsqueda de futuro. Implica
conocimientos, competencias, habilidades, cualidades, actitudes, condiciones
humanas y sociales, conjunto de rasgos, profesional experto, desempeño
específico, experticia, especialización, formación acreditada. Según Espín y Alpízar (2020), el perfil del
docente constituye parte importante de las competencias profesionales que
revelan entrenamiento, capacitación y evaluación.
El protagonista de la educación
sistematizada recibe los nombres: pedagogo, maestro, profesor, docente, cuyas
designaciones tienen sus connotaciones históricas, educativas, sociales y
culturales. Más allá de la construcción del perfil y sus rasgos psicológicos (Vásquez et al., 2020), se pretende
generar la construcción del perfil pedagógico del docente, se requiere
construir un marco conceptual que permita encuadrar las opiniones, los
comentarios, las descripciones y los análisis respectivos. En este sentido, se
requiere abordar y conceptualizar la pedagogía, el maestro y su respectivo
perfil pedagógico.
Flores et al. (2021) hablan de
perfil de egreso de la carrera de pedagogía, con el sentido de declaración
institucional sobre la formación profesional, cuyo contexto es social, quedando
involucrado el profesional, sus habilidades y competencias frecuentes
relacionadas con la disciplina estudiada. Este perfil permite la movilidad de
los estudiantes en los espacios educativos; posee sus propios indicadores, le
corresponde a cada carrera, corresponden a los planes de estudio y a los
respectivos currículos profesionales y de las carreras.
En este contexto, se habla de
competencias pedagógicas, para “guiar el entrenamiento/capacitación y
evaluación del profesorado” (Villarroel y Bruna, 2017, p. 76). Para Ortega
(2010, citado Villarroel y Bruna, 2017), el perfil del
docente tiene ocho competencias:
a) competencias cognitivas (el conocimiento en un nivel
disciplinar y pedagógico), b) competencias metacognitivas (pensamiento crítico,
autocrítico y reflexivo), c) competencias culturales y contextuales
(conocimientos del entorno y de la organización), d) competencias comunicativas
(lenguaje científico verbal y escrito), e) competencias sociales (cooperación,
empatía y trabajo en equipo), f) competencias de gestión (gestión, organización
y planificación), g) habilidades tecnológicas (aprendizaje, investigación y uso
de las TIC), h) competencias de investigación (búsqueda de información sobre
metodologías y recursos) (p.77).
Dimensiones del perfil pedagógico
Competencia
de planificación, diseño y organización del plan de clase
Este perfil está encaminado hacia
la gestión pedagógica, en cuyo ámbito se encuentran: planificación y diseño del
curso, planteamiento de objetivos y selección de contenidos (Villarroel y Bruna, 2017). Comprende
todas las actividades encaminadas hacia la planificación, la ejecución, el
control y la evaluación del proceso de enseñanza aprendizaje.
La planificación de la clase es
indispensable y fundamental para el docente, permitiéndole el cumplimiento de
sus funciones de facilitador y mediador del proceso educativo. Esta
planificación se convierte en una acción de primera índole para la orientación,
ejecución y control del proceso de la enseñanza. Reyes (2017) afirma que la
planeación de clase es el hilo conductor de las múltiples estrategias y
acciones desarrolladas dentro y fuera del aula escolar; a su vez, el plan de
clase es el eje transversal, garantiza al docente aterrizar las actividades de
manera sistémica y sistemática. Al respecto,
Marín et al. (2018) declaran:
El proceso de planificación de la
clase debe constituir una actividad medular, para todo docente en ejercicio, a
partir de su rol como mediador y facilitador del proceso pedagógico. Pues esta
actividad constituye la célula básica de cuanta actividad se programe tanto
dentro como fuera del aula, ya que es precisamente durante la planeación de
clases, donde podemos ver con claridad lo que queremos, cómo lo queremos, con
qué vamos a lograr lo que queremos, cuándo lo lograremos y con qué instrumentos
se va a medir el proceso para saber los resultados del trabajo. De ahí su
carácter creativo, transformador, sistémico y sistemático (p. 90)
La
planificación de clase se realiza sobre la base de las necesidades, intereses e
inquietudes del alumno o estudiante, precisando lo que dirá y hará, con el
propósito de generar la mediación progresiva durante el proceso, el desarrollo
intelectual, la manera de pensar (Reyes,
2017).
Para Zilberstein (2016, citado
por Reyes, 2017), antes de planear se debe
tener en cuenta los siguientes elementos: dominar el currículo, el diagnóstico
integral de los estudiantes, el contenido de la asignatura, los métodos
efectivos de enseñanza, las formas de organización y los medios de enseñanza,
la bibliografía básica.
Planteamiento de objetivos
En el ámbito
pedagógico, un objetivo es un parámetro de evaluación a nivel de educación. En
el campo de la educación, un objetivo es el resultado que se espera logre el
alumno al finalizar un determinado proceso de aprendizaje. Para Tao (2016), los objetivos
son pieza fundamental durante todo el proceso educativo, ejerciendo gran
influencia y siendo de vital importancia al momento de organizar y conducir los
contenidos, además de ser guías para determinar qué enseñar y cómo enseñarlo;
por otro lado, los objetivos le permiten al docente determinar cuál ha sido el
progreso del alumno, facilitando la labor al docente durante el momento de
determinar cuáles aspectos deben de ser reforzados.
Tao (2016) afirma que los objetivos se clasificados, por
su naturaleza, en generales y específicos; por su alcance del tiempo, en
estratégicos (a largo plazo), tácticos (a mediano plazo) y operacionales (a
corto plazo). Los primeros describen la finalidad; los segundos son derivados
de los primeros, expresados en cantidad y tiempo. Los objetivos a largo plazo describen la
labor educativa, desde inicio hasta el final o término (del inicio hasta el
final del año); los tácticos o a mediano plazo comprenden los trabajos por
bimestres académicos; los a corto plazo u operacionales comprenden el trabajo
de un mes. Por otro lado, los objetivos ofrecen las características: medibles,
claros, alcanzables, desafiantes, realistas.
Selección
y organización de contenidos
El docente
selecciona los contenidos para el estudiante, quien logrará el objetivo
determinado. Según Zapata (2016), los
contenidos responden a las necesidades específicas y son adaptados a un contexto
específico, adecuados a la realidad y situación del estudiante, con el
propósito de resolver los problemas de su entorno, sin perder de vista el factor sociocultural.
Uso de metodologías
Metodología del
aprendizaje cooperativo: “Todos para uno y Uno para todos”
El aprendizaje
cooperativo es una metodología, cuyos maestros lo usan para agrupar a los
estudiantes durante el aprendizaje de una manera positiva. Es conocido con la
denominación de trabajos grupales, equipos de trabajo. Esta metodología se
sustenta con la teoría relacionada con el trabajo en equipo, generando
atención, implicación y adquisición de conocimientos. La principal
característica es la estructura: formación de grupos integrados entre 3 y 7 personas;
cada miembro cumple un rol determinado para lograr objetivos, mediante la
interacción y el trabajo en forma coordinada. El aprendizaje cooperativo tiene
objetivo común. Ayuda el desarrollo social, por la forma adecuada y
colaborativa durante la realización de los trabajos. Permite la ayuda y la
resolución de situaciones personales y
grupales, en un ambiente de diversidad y complejidad (Sánchez, López y Alfonso, 2018).
Metodología
lúdica
El método
lúdico es un conjunto de estrategias, diseñadas con el propósito de generar un
ambiente de armonía y socialización. La aplicación de actividades lúdicas en la
enseñanza es una forma práctica, para generar conocimiento y mensajes
curriculares, fácil, amena y divertidamente, despertando el interés de los
estudiantes mediante la tecnología con juegos virtuales, practicados durante el
proceso de aprendizaje de las matemáticas.
Aristizábal, Colorado y Gutiérrez (2016) afirman que la
educación requiere capacidades: crítica, analítica, reflexiva. El desarrollo
intelectual alto permite interpretar, argumentar, proponer, plantear y resolver
problemas. La adquisición del sentido numérico, por ejemplo, se logra mediante
el juego, en situaciones ricas, variadas y significativas, cuyo juego estimula
inteligencia e imaginación de los estudiantes.
Metodología
basada en problemas
Esta
metodología permite el desarrollo de competencias científicas (Aguado y Campo, 2018). El
aprendizaje basado en problemas (ABP) mejora las habilidades de los
estudiantes, para la toma de decisiones en un contexto educativo, en
correspondencia al constructivismo, el trabajo colaborativo, autodirigido y
contextual; es decir, protagoniza en el contexto de “la necesidad de un enfoque
de aprendizaje activo, cooperativo, centrado en el estudiante” (Pérez, 2018, p. 156). Por otro
lado, esta metodología desarrolla la inteligencia emocional de los estudiantes,
beneficiando la educación integral y el desarrollo de las capacidades; es una
metodología activa, centrada en el estudiante, cuyos fundamentos son: el
argumento teórico y el argumento conceptual (Luy, 2019). El ABP
estimula los aprendizajes y sus habilidades para la solución de problemas y la
adquisición de conocimiento específico (Gil, 2018).
Metodología
basada en proyectos
El Aprendizaje
Basado en Proyectos (ABP) es una de las metodologías más utilizadas en clase
actualmente. El ABP permite que los estudiantes adquieran conocimientos y
competencias, mediante la solución de problemas y la elaboración de proyectos
que responden a los problemas de la vida real. Se parten de un problema
concreto y real, en vez del modelo teórico y abstracto tradicional; se generan
evidentes mejoras en la capacidad de conocimiento; facilitan el desarrollo de
competencias complejas: pensamiento crítico, comunicación, colaboración,
resolución de problemas. Comprende dos metodologías: el aprendizaje basado en
problemas (ABP) y el aprendizaje basado en proyectos (García y Pérez, 2018). Esta
metodología permite que el estudiante realice planificación, implementación y
evaluación de proyectos, con aplicaciones reales y objetivas, cuyas
interacciones de los docentes y los estudiantes son óptimas (Toledo y Sánchez, 2018). El ABP se
complementa con la metodología y estrategias de la investigación acción,
mediante la labor docente, constituyéndose en metodologías flexibles, cuyo
papel es activo y reflexivo durante todo el proceso desarrollado en el aula (Botella y Ramos, 2019). Es una
metodología didáctica privilegiada, presenta diversos enfoques, genera un
aprendizaje relevante, genera experiencia y conocimiento (Doménech et al., 2019).
Metodología
Flipped Classroom (Aula invertida)
El método
flipped classroom, denominado aula invertida; es una metodología moderna, ha
ganado más popularidad durante los últimos años. Tiene su base en la TICs,
permite el aprendizaje activo de los estudiantes, con el propósito de comprobar
su efecto y beneficios para el aprendizaje y rendimiento académico. Es un
modelo pedagógico, cuyos elementos tradicionales de la lección impartida por el
profesor se invierten: los materiales educativos primarios son estudiados por
los alumnos en casa y, luego, se trabajan en el aula (Hinojo et al., 2019). Constituye
una propuesta metodológica para lograr aprendizajes en matemática (Guerrero et al., 2017). Mediante el
aula invertida, la enseñanza y los procesos de aprendizaje son auto regulados y
activos en las aulas, cuyo uso de recursos es autónomo, aprovechando el tiempo
en forma activa por parte de los estudiantes, bajo un contexto de trabajo
colaborativo y la resolución de diversos problemas (Reyes et al., 2018). Actualmente,
las metodologías de aula invertida involucran la participación de los padres de
familia y los estudiantes; esta metodología también es denominada clase
invertida, modelo invertido de aprendizaje, cuyo rol de estudiante es más
activo y participativo (Falcón et al., 2021). El modelo de
aula invertida siempre promueve aprendizajes significativos, mejora la calidad
y los estándares académicos, es un modelo de aprendizaje híbrido, integra
entornos virtuales y entornos presenciales, con autonomía, responsabilidad,
actividades complejas, trabajo cooperativo, sin dejar al margen la
retroalimentación (Bohórquez y Pérez, 2021).
Capacidad
de relación teoría-práctica
El docente
revela práctica y las reflexione teórica, cuya capacidad es muy importante, en
contexto diversos científicos, académicos, pedagógicos, sociales (Ferreiro y Domínguez, 2020). En el
universo de la educación, la teoría y la práctica constituyen dos realidades
autónomas; sin embargo, caminan juntas siempre. Son desarrolladas en
simultáneo, ambas constituyen un eterno problema para los educadores, los
filósofos y los políticos. Así han surgido dos enfoques: el enfoque
científico-tecnológico y el enfoque hermenéutico-interpretativo, la supremacía
de la teoría sobre la práctica, para el primer enfoque; para el segundo, la
supremacía de la práctica. En el marco de las metodologías participativas se
circunscribe la participación teórico práctica (Suárez, 2021). Se enmarca en
el plano de las conjeturas y las demostraciones en el aula (Balaguera, 2020).
Entrega explicaciones
comprensibles, ejemplos y demostraciones
El docente es
muy claro entregando los mensajes a sus estudiantes; pues les entrega mensajes
comprensibles; también conoce perfectamente bien a su audiencia (diversos
niveles académicos, sociales y culturales). La información que les entrega es
coherente y clara; utiliza diversas herramientas (ejemplos, cuentos,
anécdotas); genera interés y empatía. Genera creencia, confianza, seguridad en
la mente de los estudiantes, al entregarles conocimiento e información. El
perfil del docente implica roles, procesos, propuestas, eficacia, eficiencia,
logros educativos (Fernandez, 2016).
Aplicación
del conocimiento en situaciones reales.
Para Dávila et al. (2013) el estudiante
tiene el deber de aprender lo que declara el docente, quien conoce
exclusivamente qué enseña y cómo enseña; significa que el docente es práctico,
objetivo y real. Significa también compartir experiencias de la vida real. Los
docentes responden a los problemas de la vida real. El perfil pedagógico
responde a la aplicación de conocimientos a situaciones reales. Los problemas
en el ámbito de la educación son múltiples, diversos; desgraciadamente, la
educación no es para todos, existen brechas cognitivas y digitales; la
diferencia educativa aparece en los diversos estratos sociales, cuya solución
es demandada a los docentes. Según Rodríguez y Alamilla (2018), los
conocimientos y los saberes de los docentes, relacionados con la práctica, son
complejos, por su contenido y representación. Se ha discutido, se discute y se
discutirá mucho sobre la relación de la teoría y la práctica, fuentes del saber
docente; ambas tienes divorcio, cuya relevancia para unos está en la teoría;
para otros, en la práctica.
Significa que
los docentes consideran el tiempo, los espacios y las circunstancias, los
cuales demanda la aplicación del conocimiento acomodado a estas circunstancias;
por ejemplo, acomodado a la virtualidad generada por la COVID 19, pasando por
situaciones complejas e inciertas, en el contexto social, educativo, familiar,
económico, político; significa la reconstrucción del conocimiento práctico,
real, objetivo (Soto et al., 2021).
Uso
de las TICs
El conocimiento
tecnológico es fundamental, consolida las competencias, afianza la educación,
la calidad, la formación integral. Gracias al conocimiento de la TICs, los
docentes replantean las actividades tradicionales de enseñanza, las amplían y
complementan con nuevas actividades y recursos de aprendizaje, respondiendo a
los cambios y las innovaciones de la sociedad. Las TICs han transformado el
proceso educativo; han modificado la forma como docentes y estudiantes acceden
al conocimiento y la información. El educador construye espacios virtuales para
la educación y el intercambio de contenido científico. Las TICs constituyen una
herramienta muy valiosa, desarrollan la capacidad de acceso al conocimiento;
facilitan participación y realización de tareas en respuesta a las necesidades
e intereses de los estudiantes (Fernández y Rodríguez, 2017). Se habla de
la sociedad del conocimiento, mucho más en el espacio de los jóvenes; se habla
de la “generación muda”, sus textos son escritos en las redes sociales; su
crecimiento es exponencial, en los centros y en los entornos de formación,
aprendizaje, cuyos docentes administran y gestionan herramientas e
instrumentos, destinados a la remisión de información y la creación de
entornos, donde se practique el trabajo colaborativo (Marín y Cabero, 2019).
Competencia
de evaluación docente y estudiantil
En este caso,
la evaluación se constituye en método de observación del avance académico, en
los dos espacios: uno del docente y otro del estudiante. La finalidad de la
evaluación docente es fortalecer la profesión, permite reflexionar sobre el
desempeño docente, para lograr mejores resultados en la parte de los
estudiantes. Permite determinar las fortalezas y las debilidades relacionadas
con el proceso enseñanza-aprendizaje. Gracias a la evaluación, los estudiantes
potencian su comprensión, análisis, interpretación. Comprende varios tipos de
evaluación: autoevaluación, coevaluación, hetero-evaluación (en el docente y el
estudiante); por las funciones de evaluación: diagnóstica, formativa y sumativa
(Arreola, 2019).
Autoevaluación
Es la
evaluación personal y crítica del docente y del estudiante, con el propósito de
determinar las debilidades y las fortalezas. Calatayud (2018) afirma que la
formación en autoevaluación beneficia el desarrollo y el crecimiento personal y
profesional.
Por su parte, Martínez et al. (2018) aprecian que
la autoevaluación y reflexión favorecen y construyen caminos hacia el
desarrollo profesional. Es tipo de evaluación permite la reflexión del docente
y del estudiante sobre su comprensión, estrategias, metodología, factores
intervinientes, comodidad, rutina, alteraciones, dinámicas de trabajo y
aprendizaje, comunicación, individualismo, enseñanza, aprendizaje, saberes,
habilidades, dentro y fuera del ámbito educacional.
Coevaluación
Este tipo de
evaluación se realiza con la participación de docentes y estudiantes, de uno a
otro y viceversa; esta evaluación es recíproca (persona o equipo), quienes
poseen la misma responsabilidad, compartida durante el proceso de evaluación;
en este contexto, el diálogo es imprescindible, también los consensos, las
valoraciones. Fomenta la comunicación, la confianza, la empatía, flexibilidad,
sensibilidad de los docentes con los estudiantes y viceversa. Mejora el
ambiente de trabajo (Gómez y Quesada, 2017).
Hetero
evaluación
La hetero
evaluación la realiza una persona a otra sobre su trabajo, rendimiento,
desempeño, motivación, entre otros; esta evaluación se diferencia de la
coevaluación, porque esta se realiza entre pares; en cambio, la hetero
evaluación se realiza hacia otra persona; por ejemplo, de un estudiante a otro,
a su docente; también de un docente a otro. Consiste en la valoración de las
competencias y los rendimientos logrados (Cardona, Jaramillo y Navarro, 2016).
También
comprende la evaluación del estudiante al docente, en las universidades, de
acuerdo con los criterios establecidos, sobre el material utilizado, las
evaluaciones, el proceso de enseñanza, el ambiente del aula, dominio de
contenidos, entre otros (Vera, Bueno, Calderón y Medina, 2018).
Evaluación
diagnóstica
Las funciones
determinan el momento cuando se da evaluación de la enseñanza y del
aprendizaje, por lo que se divide en tres: diagnóstica, formativa y sumativa (Segura, 2018). La evaluación
diagnóstica se realiza al inicio de una actividad académica, del ciclo escolar,
del semestre universitario, cuyo propósito es determinar el nivel del
conocimiento, la habilidad, la actitud del estudiante; la información
preliminar le sirve al docente, para realizar adecuaciones de los contenidos y
la implementación de actividades académicas programadas (Sánchez, 2018)
Evaluación
formativa
La evaluación
formativa se realiza para monitorear el progreso del aprendizaje, para
proporcionar realimentación al estudiante; se realiza sobre sus logros,
deficiencias, generando oportunidades para ejercer la mejora. Se recaba
información sobre el proceso enseñanza-aprendizaje, para que los docentes tomen
decisiones sobre qué y cómo enseñan y aprenden los alumnos, generando mejor
desempeño y motivación. Muestra las fallas, los desaciertos, las flaquezas,
también las fortalezas de los docentes y los estudiantes. Tiene fines y
motivaciones correctivas, reflexivas (Sánchez, 2018).
Segura (2018) afirma que
esta evaluación genera apoyos pedagógicos, refuerza los procesos de aprendizaje
y de evaluación; permite el uso de estrategias y técnicas diversas, de acuerdo
con los estilos y ritmos de aprendizaje; facilita el análisis de los contextos,
la procedencia de los estudiantes, la condición socioeconómica de los estudiantes,
la presencia de barreras. Involucra los demás tipos de evaluación. Genera
correctivos diversos, para mejorar el proceso enseñanza-aprendizaje.
Se estimulan
los logros de los estudiantes, reforzando las conductas, en forma positiva,
evitando la censura, evitando el llamado de atención en forma negativa (Sánchez, 2018). La evaluación
formativa responde a los aprendizajes por medio del error, generando un proceso
de reflexión al momento de la corrección acertada, dejando el nuevo
conocimiento; la retroalimentación tiene una función formativa, orienta el
aprendizaje (Canabal y Margalef, 2017).
Evaluación
sumativa
Esta evaluación
equivale a la suma de valoraciones cuantificadas durante el proceso enseñanza
aprendizaje, con el propósito de validar el logro de los objetivos, otorgando
calificaciones cuantitativas, se acuerdo con el sistema de evaluación
establecido. Involucra los exámenes realizados de acuerdo con la programación,
en periodos y unidades determinados. Las calificaciones cuantitativas conducen
a la generación de promedios, la calificación o nota final. Esta evaluación
sirve para la promoción de los estudiantes, así son promovidos de ciclo, de
grado, etc. (Sánchez, 2018).
Conclusiones
En este trabajo
se ha intentado construir un abordaje teórico sobre las diversas dimensiones
del perfil docente, con el sentido de conocer y analizar algunas de las
múltiples y complejas caras del docente, reveladas durante el ejercicio de su
profesión y durante la realización del proceso enseñanza aprendizaje. En este
sentido, se concluye que el perfil pedagógico del docente, según el presente
estudio, es totalmente complejo; en este estudio, por ejemplo, se presentan las
dimensiones: competencia de planificación y organización del plan de clase,
competencia de planificación didáctico-metodológica, competencia de evaluación
docente y estudiantil.
Así mismo, se
entiende que la competencia de planificación y organización del plan de clase,
comprende la planificación y diseño del plan de clase, el planteamiento de
objetivos y la selección de contenidos. Por su parte, la competencia de
planificación didáctico-metodológica incluye la organización de los contenidos,
el uso de metodologías, la capacidad de relación teoría-práctica, la entrega
explicaciones comprensibles, ejemplos y demostraciones, la aplicación del
conocimiento en situaciones reales y el uso de la TIC. No ha quedado al margen
la competencia de evaluación docente y estudiantil, cuyos componentes son: la
autoevaluación, la coevaluación, la hetero evaluación, la evaluación
diagnóstica, la evaluación formativa y la evaluación sumativa.
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